María Branyas Morera nació el 4 de marzo de 1907 en San Francisco, California, Estados Unidos de padres José Branyas Juliá y Teresa Morera Laqué. Murió el 19 de agosto de 2024 a la edad de 117 años y 168 días sobreviviendo a sus tres hermanos.
En 1911, su familia decide mudarse a Nueva Orleans. Allí su padre fundaría la revista Mercurio, una revista destinada al público latinoamericano que pasado poco tiempo logró bastante éxito. En 1915, en plena Primera Guerra Mundial, el padre enfermó y la familia decidió regresar a Cataluña, España. Durante ese viaje su padre murió de tuberculosis en el barco, mientras que ella sufrió una caída que, aunque sin darse cuenta en un primer momento y según sus propios testimonios, le haría perder la audición en uno de sus oídos.
Madre e hija se instalaron en Barcelona, donde vivirán durante varios años. De igual modo, también vivirían durante unos años en Bañolas, donde María se formó en aptitudes como la lectura, la escritura, la música y la pintura. Una vez instaladas, comprarían una segunda residencia de veraneo en la Costa Brava, donde conoce al médico Juan Moret. El 16 de julio de 1931, a la edad de 24 años, se casaría con Juan Moret y más tarde tendría 3 hijos, a los que seguirían 11 nietos y 13 bisnietos.
En noviembre de 2000, cuando tenía 93 años, Branyas Morera se mudó a una residencia de ancianos en Olot. A la edad de 110 años, según se informa, todavía leía el periódico todos los días.
Branyas Morera era sorda de un oído y parcialmente sorda del otro, y en su residencia de ancianos se tomaron precauciones. Esto dificultaba la comunicación, pero utilizando un dispositivo de voz a texto, sus familiares podían comunicarse con fluidez.
En abril de 2020, a la edad de 113 años, Branyas Morera dio positivo por COVID-19, pero se recuperó con éxito. Fue la superviviente de mayor edad registrada de la enfermedad hasta que Lucile Randon, de Francia, que entonces tenía 116 años, se recuperó en 2021.
En una entrevista posterior con The Observer, Branyas Morera pidió una revolución en el tratamiento de las personas mayores, diciendo “Esta pandemia ha revelado que las personas mayores son los olvidados de nuestra sociedad. Lucharon toda su vida, sacrificaron tiempo y sus sueños por la calidad de vida de hoy. No merecían dejar el mundo de esta manera”.
Les dijo a sus seguidores en las redes sociales: “Nunca, nunca, se conviertan en una persona amargada, pase lo que pase” y “evitar las personas tóxicas”.
En los últimos meses antes de su muerte, la propia Branyas había expresado en privado que se sentía “débil” y que se acercaba “la hora”. “No lloréis, no me gustan las lágrimas. Y sobre todo no sufráis por mí. Ya me conocéis, allí donde vaya seré feliz, pues de algún modo os llevaré siempre conmigo”, recuerdan ahora sus familiares.
El año pasado, yo; Fabrizio Villatoro, presidente de América en LongeviQuest, visité a María Branyas en la residencia de Olot y me percaté que ella todavía tenía una mente aguda, podía recordar muchas vivencias de su juventud y siempre mantenía una posición clara en sus pensamientos. Tenía “pocas molestias normales por la vejez”. Recalcando que los casos de longevidad extrema como ella presentan patrones comunes que los mantienen en buen estado de salud por mucho tiempo. También, dije que María Branyas era un caso excepcional en toda regla, ya que la vida de María estaba llena de dificultades y muchas adversidades que habrían propiciado a no haber sobrevivido en muchos eventos de su vida, al mismo tiempo, estos la habrían vuelto más fuerte tanto física como mentalmente como para vivir una larga vida.
Branyas Morera era la persona más longeva en toda la historia de España, la tercera de Europa y la octava del mundo.
Enviamos nuestras más sinceras condolencias a sus familiares, amigos y a todos quienes la conocieron.